No se puede aceptar más la política de esconder debajo de la alfombra los errores y hacer aparecer en la superficie que se está preocupado con definiciones demagógicas como las de repitencia cero y promoción de cualquier manera, ya que así se hipoteca el futuro. El Ministerio de Educación debe hacerse cargo del sistema educativo, destinar el dinero para apuntalar la educación pública y no para quienes quieren tener su escuela propia. Por HÉCTOR RONCALLO (*)
El ministro de ese momento, Marcelo Mango, anunció el lanzamiento de una investigación "seria y rigurosa, la más profunda que se haya realizado en Río Negro", que permitiría identificar las problemáticas de la escuela secundaria.
"Construiremos tres mapas -decía el entonces ministro-: uno estadístico, uno curricular, sobre los avances en los procesos de aprendizaje de los alumnos, y uno con las voces de nuestros chicos. Queremos construir las bases de una investigación y un diagnóstico, para lo cual convocaremos a las universidades y a los institutos de formación docente", finalizaba. El estudio comenzaría en febrero y la idea era que se obtuvieran los resultados a principios de septiembre del 2013.
Es obvio que ninguno de los tres mapas se construyó, que fue un discurso para la tribuna y los amigos de turno. El resultado es que la escuela secundaria hoy -en términos curriculares, organizacionales y de espacio real y profundo de aprendizaje y enseñanza, respetando trayectorias reales, serias y de calidad- quedó en el olvido.
La resolución 278/12 inició un proceso de evaluación cuyo resultado nunca se publicó. Se perdieron años de debate para transformar la escuela. Mango, en su momento, aceptó la currícula del nivel superior (de secundaria) que había definido el gobierno anterior, sin consulta. Los principios se perdieron puertas afuera y adentro del ministerio y la educación secundaria volvió a retroceder, ya que además de lo descripto se sumó, ante la necesidad de estadísticas cero de repitencia, de abandono y de desgranamiento, la continuidad de un sistema de promoción cada vez más permisivo en el marco de las condiciones actuales de trabajo.
Mango generó la promoción mediante tres asignaturas adeudadas, Silva quiso ser más y la definió por cuatro. La calidad educativa transita por el lugar más simple, demagógico y de destrucción del trabajo pedagógico del docente y del proceso continuo y de profunda lectura por parte del estudiante. La escuela secundaria se encuentra a la deriva, no hay por dónde definir el camino desde lo curricular, de trayectorias reales para que el estudiante sienta y valore la obtención de herramientas que le ayuden a enfrentar con claridad el mundo tecnológico, político, ambiental y social que tiene enfrente y del cual es parte para poder transformarlo.
¿Cómo es posible que ese estudiante transforme, si el modelo es un camino recto, lineal, cuando la vida y la propia escuela no es eso? La multiplicidad de problemas y la simultaneidad de acciones ordenadas y complejas necesitan de interconexiones que sólo se obtienen en determinadas condiciones y no a través de demagógicas definiciones de promoción. Consecuencia: la escuela inmovilizada política y pedagógicamente, con aparente movimiento.
Condiciones
Ninguna autoridad lo discute, sólo transita el camino más sencillo y de menor problema político, administrativo, presupuestario, ambiental y pedagógico. Se asumen las definiciones demagógicas.
Tiene que llegar el momento de definir claramente las condiciones de cuánto es el dinero que seriamente se destina a educación, cuánto el salario real de los trabajadores de la educación, y exigir todo lo que se acuerde. Pero a eso hay que sumar el pago de todos los gastos a los docentes, el traslado de un lugar a otro que involucra horas perdidas del día para hacer educación. Debe haber un acompañamiento serio del Estado para garantizar todo lo que debe garantizarse; un supervisor debe tener el mínimo de escuelas a su cargo para ser realmente un observador y garante del cumplimiento del sistema educativo y exigirles a las autoridades políticas cuando ve que no cumplen su responsabilidad, en lugar de que las autoridades prohíban la palabra a los genuinos representantes de las comunidades educativas.
Escuelas más chicas, más escuelas, menos estudiantes por aula, más docentes en el aula, más tiempo para la investigación profunda de por qué no se aprende y para la búsqueda de estrategias didácticas que profundicen y quiebren ese problema. Más tiempo pago para el docente, para poder estar con los estudiantes y con la familia; en consecuencia, más espacios en los edificios para trabajar con cada uno los problemas y resolverlos, para hacer reales y no ficticias las trayectorias escolares.
Para miles de políticos todo lo material que necesite está a su alcance. Las escuelas año a año tienen que padecer problemas edilicios, con los elementos de trabajo y de limpieza, etcétera. No se genera la estabilidad permanente de los trabajadores para contar con equipos docentes estables y comprometidos con el lugar y la región. Es hora de pensar de otra manera; el futuro de nuestra sociedad, de los jóvenes, nos exige extremar profundamente las exigencias a los responsables de turno y que las definiciones sean en forma permanente y no como ocurre en estos tiempos en que mágicamente aparecen las definiciones y el dinero necesario, producto de los actos eleccionarios. La educación pública real, estatal, y no los disfraces que inventan los que no saben asumir que el conocimiento no es un negocio, deben definir que el nivel secundario debe ser de una vez por todas cuestión de Estado. No se puede aceptar más la política de esconder debajo de la alfombra los errores y hacer aparecer en la superficie que se está preocupado con definiciones demagógicas como las de repitencia cero y promoción de cualquier manera, ya que así se hipoteca el futuro. El Ministerio de Educación debe hacerse cargo del sistema educativo, destinar el dinero para apuntalar la educación pública y no para quienes quieren tener su escuela propia.
La resolución 1480/15 del Consejo de Educación de Río Negro es un nuevo ejemplo de no responsabilizarse del sistema educativo por parte del gobierno actual y utilizarlo para hacer política demagógica. Se subvenciona una escuela secundaria de jóvenes y adultos cuando es una responsabilidad indelegable del Estado garantizar ese sistema educativo, ya que esos estudiantes provienen de fracasos del propio sistema. Debe cambiarse definitivamente la educación secundaria, que se encuentra bajo un modelo profesional de enseñanza construido con aprendizajes cuantificados y medidos en lugar de generar reales aprendizajes en el marco de la escuela pública, democrática, liberadora y libre de toda acción de comercio del conocimiento. Estos actos son pensamientos de administradores y contadores, no de pedagogos, no de autoridades que piensen realmente en la pedagogía de la transformación.
El nivel secundario se encuentra hoy desarticulado, desamparado, dividido y con múltiples ordenamientos legales que generan un desconocimiento total de cómo funciona el nivel. Es necesario mirar el cambio profundamente pero hoy, nuevamente, se perdió un tiempo generacional más que importante.
(*) Profesor
Dos caras de la misma moneda
No hace mucho tiempo la UnTER decidió por unanimidad expulsar al afiliado que ejercía el cargo de Ministro de Educación por sus actitudes para con los docentes y su acción definida contra el sindicato y las autoridades escolares al prohibir, entre otras tantas cosas, la palabra. En esa actitud llevaba puesto el acto autoritario de resolver y decidir por sí lo que quería, a pesar de su discurso, lo que claramente se demostró contrario a las acciones. El tiempo pasa y luego de haber mantenido nuestra organización muchas reuniones con la nueva Ministra, lo que es auspicioso, desde el punto de vista de sentarse, se observa que el criterio de resolver unilateralmente sigue y para lo que se pretende en educación es grave. El discurso nuevamente contradice la acción.