Este año 2014 significó para los trabajadores/as de la educación comenzar a recuperar el sindicato como herramienta gremial, arrancándoselo al Gobierno que lo había hecho presa de sus intereses partidarios con la asunción del ex ministro Marcelo Mango en la cartera educativa y la complicidad de una conducción gremial que había aportado casi un tercio de sus dirigentes a la “administración” del Ministerio; a partir de la derrota sufrida, cuando los compañeros/as hacen su evaluación en las urnas, fueron muchos más los que se sumaron al proyecto Weretilnek-Mango.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer en el sentido de lo antes expuesto; recuperar una militancia que se alejó, compañeros/as que prefieren que otros decidan por ellos, entender y asumir colectivamente las decisiones que se toman orgánicamente, sostener las diferencias políticas y a partir de ellas construir en la diversidad, son objetivos que debemos seguir impulsando para conseguir la meta propuesta cuando asumimos esta conducción.
En cuanto a las políticas educativas, dimos un fuerte debate que tuvo dos periodos visiblemente marcados. En la primera parte del año enfrentamos el cierre de centenares de cargos y horas cátedras, luego de que se asumió sobre fin de año trabajar sobre normativas que atendieran las nuevas realidades escolares, entre estas la resolución 35/2013 que dispone la cantidad de alumnos por sección. El cierre masivo de cargos no solo significó desconocer la necesidad de poner en debate un tema tan sensible como es “tener la posibilidad real de enseñar y aprender”, sino que con ello Mango intentó “marcar la cancha” y desviar la verdadera discusión que teníamos quedar. Nuestra lucha y la movilización generada dentro de las instituciones dieron como resultado que muchos de estos cargos y horas cátedras se tuvieran que reabrir.
Por otro lado, Mango y sus funcionarios avanzaron de manera inconsulta –más allá de los acuerdos paritarios- en la reglamentación de la Ley de Educación votada en la Legislatura y acompañada por la anterior conducción gremial, que no realizó objeciones, ni siquiera a aquellos puntos que contradicen nuestra política gremial. En el marco de esta reglamentación empezaron a surgir resoluciones, que claramente avanzaron sobre derechos laborales y sumando responsabilidades a los trabajadores sin un respaldo presupuestario y sin pensar en una estructura escolar para poder sostener estos cambios.
Tenemos así un gobierno educativo, que por un lado tiene un discurso democrático y por otro avanza de manera unilateral e inconsulta; donde los consejos escolares no existen y quien resuelve sigue siendo, como durante los gobiernos radicales, el responsable político-gubernamental, llámese delegado regional o presidente del Consejo Escolar. Así, se deja sin espacios de debate a las propias instituciones escolares, suspendiendo los espacios institucionales.
En lo salarial, tuvimos con Mango una discusión muy fuerte que nos llevó a determinar varias jornadas de conflicto, hasta que finalmente se acordó por el voto mayoritario de un Congreso la aceptación de una propuesta que mirada al poco tiempo resultó “poco” para nosotros, como para muchos compañeros/as, por el marco de la inflación que ya teníamos en el mes de marzo. Fue así que nuevamente entramos en conflicto con el Ministerio luego del receso invernal, ante la negativa de Mango para que en el marco de las paritarias retomemos la discusión salarial.
El saldo de este conflicto fue desprendernos en el sindicato de un personaje maquiavélico, que actuó de manera autoritaria mientras fue ministro y desconociendo la importancia de una organización sindical –de la que el formaba parte- para debatir y construir políticas educativas de consenso.
Llegamos así a una nueva instancia, donde, y a partir de la renuncia de Marcelo Mango al Ministerio de Educación, se abre un nuevo espacio de diálogo en el que pudimos avanzar con la suspensión de resoluciones. Ejemplo de esto es la 2390 de articulación entre niveles, que no fue debatida y es necesario perfeccionar, la derogación de otras como, por ejemplo, el concurso de secretarios de escuela, que consideramos violatorio de nuestro estatuto. Desde la secretarías de niveles se están discutiendo y modificando resoluciones específicas de cada nivel y además se firmó que una vez finalizado el debate de un nuevo Reglamento General de Escuelas se derogara el anterior; en la práctica está suspendido el anterior.
En síntesis, hoy estamos en un periodo donde se abre la posibilidad de debatir políticas educativas. Esto no se debe por supuesto solo a una decisión gubernamental, tiene que ver sobre todo con la lucha y los planteos que venimos haciendo como trabajadores/as organizados desde que asumimos la conducción.
Finalmente, haciendo referencia al acuerdo salarial arribado en la última paritaria, no es más que el fruto de un trabajo que venimos sosteniendo desde hace varios meses cuando nos propusimos avanzar en la implementación de un nuevo nomenclador de cargos docentes, construidos y debatidos colectivamente durante muchos años en la UnTER y que a pesar de haber sido votado en un congreso en el 2008, no se pudo aplicar ni tampoco avanzar en ese sentido. Por eso valoramos esta propuesta, que siempre puede ser mejorada -y esa es la pelea que vamos a seguir dando-, pero que en su estructura contiene el trabajo que desde la organización impulsamos; en esta pauta salarial se comienza a instrumentar la relación 1, 2 y 3 que ya acordamos en paritaria y que avanza en una primera etapa que arranca con 3000 puntos a julio para el maestro de ciclo y una relación de 1.8 para los directivos y 2.5 para los cargos de supervisión donde el resto de los puntos para culminar la relación definitiva se aplicara en la siguiente etapa.
Este trabajo que además reconoce la relación entre los distintos cargos y que incorpora sucesivamente a todos los cargos faltantes, resuelve el achatamiento de la pirámide salarial por antigüedad, existiendo en la mayoría de los cargos, una diferencia entre el que comienza a trabajar y el que se está por jubilar, de casi diez mil pesos. Reconociéndose así una deuda histórica.
Por todo esto se avanzó en la aceptación de la propuesta, donde ningún elemento se dejó fuera del debate colectivo.
Pero ni esta propuesta salarial ni cualquier otra, incluye firmarle la “paz social” a ningún gobierno, cualquiera sea su ideología o predisposición. Si el conjunto de los trabajadores y trabajadoras ve la necesidad de reabrir discusiones, quédense tranquilos. Volveremos a exigirles a los interlocutores de intereses políticos ajenos al interés del conjunto de trabajadores y trabajadoras, oficialistas u opositores, lo que las bases decidan y mandaten en nuestros órganos de decisión.
Viedma, 1 de enero de 2015
Paolo Etchepareborda, Secretario Gremial y de Organización