Una muerta más. La violencia machista y un sistema patriarcal que controla los hilos de la justicia y la forma de entender el mundo de gran parte de la sociedad se cobró una víctima más. Guadalupe Curul, 21 años, denunció al asesino, pero no alcanzó, corrió 100 metros pidiendo ayuda, en pleno centro de una ciudad “apacible y turística”, nadie atinó a nada, hasta que Bautista Quintriqueo le clavó el puñal. ¿Hasta cuándo seguiremos naturalizando postales del horror?
A pocos días de un nuevo 8 de marzo, es urgente volver a parar todo en defensa de la vida de las mujeres que luchan por salir de los círculos de violencia. En nuestro país es evidente que nada será suficiente hasta que no logremos desmontar matrices socioculturales que permiten a fiscales, policías, funcionarixs de diferente tipo y color decidir arbitrariamente cómo, cuándo, a quién acompañar, aun sabiendo que involucra a personas con riesgo de vida.
La creación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, la implementación de políticas públicas para el acompañamiento, propuestas de reformas judiciales, ahora la creación del Consejo Federal para la Prevención y el Abordaje de Femicidios, Travesticidios y Transfemicidios, apenas son un soplo de aire en el medio del tsunami cotidiano que nos atraviesa. Seguimos exigiendo la Emergencia Nacional, pero a esta altura, posiblemente ni siquiera así podremos frenar a los asesinos.
Es evidente que no se trata solamente de crear organismos ni de endurecer las penas, porque siguen asesinando a una mujer cada 29 horas. Es el momento de romperlo todo, pero no lo material, la experiencia nos muestra que las paredes se limpian, los vidrios se arreglan, y nuestras muertas siguen sumándose a las estadística. Romperlo todo debe ser quebrar las bases del sistema que nos mata.
El cambio debe ser más profundo, la muerte es el último paso de una escalada de violencia que se va nutriendo de la normalización de situaciones cotidianas como el maltrato, la desigualdad y la objetivación de lxs otrxs que se justifican con frases como “Sabes que es así, le tenés que poner el límite”, “otra vez tanta historia por un chiste”, “vos (ustedes) siempre armando lio por pavadas”, siempre el problema somos lxs violentadxs.
La única forma de que paren de matarnos es que todos, absolutamente todos los estamentos del Estado, las organizaciones sindicales y de la sociedad civil asuman el compromiso de trabajar en la formación de sus integrantes con perspectiva de género, de la misma manera que todxs y cada unx de nosotrxs, debe asumir la responsabilidad de modificar las actitudes cotidianas que alimentan la naturalización del maltrato.
Solamente desmontando las matrices patriarcales desde lo más profundo de los espacios comunes, de las individualidades, incluso en los colectivos que “aparentemente” lograron romper las lógicas machistas, pero persisten con las formas verticales de ostentación del poder, lograremos una sociedad donde el derecho a la vida sea una realidad para todxs.
Gral. Roca - Fiske Menuco, 24 de febrero de 2021.
María Inés Hernández, Secretaria de Derechos Humanos, Género e Igualdad de Oportunidades
Viviana Orellano, Secretaria de Prensa, Comunicación y Cultura
Patricia Ponce, Secretaria Gremial y de Organización
Silvana Inostroza, Secretaria Adjunta
Sandra Schieroni, Secretaria General