“Si, estoy convencido que un día el pueblo va a triunfar, estoy convencido de que nací para ser un militante de ese pueblo, y estoy convencido de que, en términos históricos, ese día llevaremos las banderas que hoy llevamos…porque el final del camino es nuestro”.
El 13 de julio, se cumple un nuevo aniversario de la partida de Germán Abdala. Recordarlo es una invitación a repensar la militancia, el desafío de construir colectivamente las organizaciones del Pueblo sobre la estructura de la representación política, económica y sindical.
Las crónicas lo describen como sindicalista, referente de ATE, que en la dictadura genocida enfrentó la intervención de su sindicato y con la llegada de la democracia, fundó ANUSATE, integró el grupo de 25 gremios que se opuso a las 62 Organizaciones, reflejo de la burocracia sindical. En el 1992, fue la llama que encendió los inicios de la CTA.
También que fue un político peronista, militante de la JP en los 70, en 1985 fundó el Movimiento Renovador Justicialista de la Capital Federal y fue electo diputado el 1989, propuso y consiguió una ley de convenciones colectivas de trabajo especial para trabajadores/as estatales. Integró el “Grupo de los 8” que se opuso férreamente al menemismo, su política neoliberal y las privatizaciones, desde su banca expresaba “Lo más dramático que tiene la privatización de las empresas públicas es lo que el país deja de hacer, porque vamos a empezar a tener servicios caros para pocos, se va desintegrar el país, y la prueba de ello está en el caso de los ferrocarriles, Aerolíneas Argentinas y ENTEL. Bajo un falso concepto que era traer el capital privado para que hiciera inversiones de riesgo, en realidad, lo que se está demostrando es que lo único que vienen son papeles de deuda externa desvalorizados”.
Vida tan breve como intensa, Germán tenía en claro el sindicalismo era la oportunidad de construir una estructura flexible, sin aparatos, abierta al diálogo entre y con trabajadores y trabajadoras, para avanzar en el consenso, para enfrentar al poder económico que oprimía vidas y sueños, con la memoria al frente para no repetir errores, ni divisiones estériles porque el enemigo siempre estaba en la vereda de enfrente, en la sociedad rural, en los medios hegemónicos.
Hoy vale la pena recordar sus discursos, sus pensamiento, pero fundamentalmente sus acciones, su capacidad de parase frente a la adversidad sin perder la fe en el compañero, en la compañera que marchaba a su lado, pero duro e inflexible con quienes negociaban sus principios, como dijo alguna vez "No se necesita tener mucho conocimiento para saber que si te felicita la sociedad rural, es porque te pasaste de bando."
Tal vez, en su homenaje es tiempo de recuperar su idea de que “hay que vivir como se piensa y actuar como se habla”, comenzar a repensar de qué lado estamos, a quienes debemos convocar para avanzar en conjunto, porque el movimiento obrero es uno solo, que caminos elegimos en la concreción de una sociedad más justa, más solidaria, sin exclusión, como la soñaron los 30.000, como la soñaron quienes resistieron los 90, como nuestros sueños.
Gral. Roca - Fiske Menuco, julio de 2015
Luis Genga, Secretario de Derechos Humanos, Género e Igualdad de Oportunidades
María Inés Hernández. Secretaria de Prensa, Comunicación y Cultura