10 años sin Florencia Pennacchi

 

 

Florencia Penacchi, estudiante neuquina en la UBA, 24 años, salió de su departamento de Palermo y nunca volvió. A pesar de las enormes trabas que ha puesto la justicia y las complicidades del fiscal y los funcionarios, amigos/as y familiares no solo no se callan, sino que redoblan su apuesta denunciando que fue secuestrada por las redes de trata, porque hay indicios, pistas que nunca se siguieron.

La causa se encuentra en la Fiscalía 23, de CABA, a cargo del fiscal Marcelo Retes quien sigue sosteniendo que la desaparición de Florencia fue voluntaria. Sin embargo, a medida que familiares, amigas y amigos van indagando, se puede reconocer un entramado de complicidades de las redes de trata con la policía, el poder judicial y el político.

En un trabajo conjunto, con Susana Trimarco, la madre de Marita Verón, víctima de las redes, lograron el testimonio de dos jóvenes de Santa Fe que habían escapado de prostíbulos de Córdoba quienes reconocieron haber visto a Florencia en tres lugares distintos, dos en la provincia de Buenos Aires y uno en el interior de Córdoba. Eso tampoco se investigó, pese a que luego de sus declaraciones, una de ellas fue nuevamente secuestrada, aún cuando contaba con custodia policial, y la otra sufrió varias amenazas y no quiso volver a declarar.

Integrantes de la agrupación Sin Cautivas, informaron que también tuvieron acceso a fotografías de mujeres que trabajaban en los prostíbulos conocidos como Las Casitas en Río Gallegos, y pudieron reconocer que en “una de las chicas que aparecía en la foto era Florencia”.

La sospecha sobre la actuación de la policía sigue siendo el primer eslabón en este caso, porque durante cuatro años la investigación estuvo a cargo de la División Antisecuestros de la PFA, bajo las órdenes del Comisario Inspector Jorge Cipolla, quien fuera acusado por una agente de la fuerza que trabajaba de manera encubierta, de cobrar coimas a tratantes y regentes de prostíbulos de CABA y provincia de Buenos Aires.

Situación que conocemos en la provincia de Río Negro más que bien, cuando en el 2008 se conocieron las escuchas entre dueños de prostíbulos y el comisario de Choele Choel, pruebas que posee Susana Trimarco, como caso testigo para presentar ente la Corte Interamericana de Derechos Humanos, pero que en nuestra provincia no sirvieron, siquiera para separar del cargo a los involucrados. En Buenos Aires, tampoco lograron convencer al fiscal de retomar los puntos oscuros de este caso.

La carta que escribió la mamá de Florencia Penacchi

Querida hija, se cumplen diez años, sólo una década o tres mil seiscientos cincuenta días sin tu presencia.

Tenemos que pedirte perdón porque no supimos, no pudimos ni logramos encontrarte. El misterio que rodea tu desaparición nos remite a lo siniestro, un agujero negro que provoca un efecto estremecedor.

"Siniestro" digo porque hay fuerzas que se mueven en las sombras, vos no te esfumaste un día diáfano, era el mediodía. Alguien colaboró para esto, gente que se mueve en las tinieblas, fuerzas de las que un ciudadano común como nosotros no tiene información y, sin embargo, poseen poder efectivo para su accionar criminal.

Sabemos que no te fuiste con un amigo ni a otro lugar por decisión propia. Cómo partiste es todavía una falta de certeza... ni siquiera tu nombre escrito en una puerta para poder seguirte hacia ese otro lugar donde te encuentras.

Aunque el paso de los días mitiga el impacto, el dolor de la herida de tu falta no cede, está siempre presente. La incertidumbre de no saber la verdad sostiene esta pena profunda, la angustia y el desamparo social por la falta de respuestas. Pensar en "la trata" nos lleva a pensar que la estructura que la sostiene tiene implicancias profundas en un Estado carente de la función de garante real y simbólico.

Es llamativo que la Justicia no llegue a ningún puerto en tu caso; la vivencia de desamparo se agiganta y crece con los diez años de tu ausencia. Se fueron la tía Susa, Piba y Cristinita sin volver a verte.

Hoy siento la necesidad imperiosa de una respuesta impostergable, llevar tu caso y tantos otros para que haya un debate social comunitario donde no esté el Estado y la Justicia ausente, que pueda contenernos y ver la luz al final de un camino que hasta ahora transitamos a oscuras.

Quiero agradecer a nuestros compañeros de ruta durante estos larguísimos diez años, mi familia, los amigos, Juan Carr y Red Solidaria, los doctores María Furman y Federico Rovina, primeros abogados en la causa, y a nuestro actual abogado, Gabriel Beckez, quienes nos demostraron la solidaridad social inquebrantable que víctimas de eventos como el de Florencia necesitan.

Nidia Aguilera (mamá de Florencia Pennacchi)

DNI 4.610.233
Neuquén


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