11 de octubre, nada que celebrar, todo para resistir

 

 

A las vísperas de un nuevo 12 de octubre, los Pueblos Originarios se encuentran en plena resistencia en defensa de sus derechos ancestrales, lucha que es la de todxs, porque lo que está en juego es la vida de ésta y las futuras generaciones frente al saqueo de los recursos naturales.
 
No es casualidad que la presión ejercida sobre las comunidades se apoye en los aparatos represivos de un Estado nacional que hoy está conducido por los CEOs, muchos de ellos vinculados a los intereses de las multinacionales extractivistas. La desaparición forzada de Santiago Maldonado es la demostración más clara de la connivencia entre funcionarixs y empresarixs, porque la represión ordenada por Pablo Noceti y Patricia Bullrich contra la comunidad del Pu Lof Cushamen, respondió a la necesidad de defender la propiedad privada de Benetton, quien se apropió de los territorios que pertenecen a la comunidad.
 
Las detenciones de Agustín Santillán, referente wichí de Ingeniero Juárez, Formosa, quien está preso desde el 13 de abril y que a pesar de haberse declarado nulas las causas en su contra, fue nuevamente procesado en agosto, y de Facundo Jones Huala, Lonko de la comunidad Cushamen, a quien intentan procesar en una causa por la que ya fue juzgado y declarado inocente, definen la decisión del gobierno macrista de continuar hasta exterminar toda resistencia para dejar más del 60% del territorio nacional en manos extrajeras, permitiendo la explotación de los recursos naturales y en especial de las reservas de agua potable presentes en el acuífero guaraní y en toda la cordillera.
 
Frente al permanente avasallamiento de derechos resulta preocupante que las víctimas deban justificar siempre las razones de su lucha. Evidentemente la batalla cultural la está ganado el pensamiento hegemónico, impuesto por la colonización de saberes, que durante años obligó a descendientes de los originarios habitantes de América a negar su lengua, su cultura y perder su identidad. Sin embargo, quinientos años de silencio no pudieron exterminar la voluntad de quienes definieron resistir.
 
La lucha de las comunidades originarias es en defensa de la tierra, el agua y los recursos naturales. El modelo capitalista viene por ellxs porque viene por todo y por todos, como decía Javier Rodríguez Pardo. En este presente ya se pueden reconocer las consecuencias de la expoliación de nuestros recursos, el hambre instaurada por el avance de la soja en tierras productivas, la enfermedades provocadas por los agrotóxicos, la contaminación del agua por el plomo, el uranio y los desechos de empresas que luego de absorber todas nuestras riquezas, nos dejan territorio devastado.
 
La lucha por el territorio, debe ser nuestra lucha en defensa de la vida, es imprescindible unificar los reclamos de las organizaciones sociales sindicales y comunitarias frente a esta nuevo avance que, sin tapujos, anunció el ex Ministro de Educación, Esteban Bullrich,  integrante de una de las familias responsable del genocidio de nuestros hermanxs, cuando expuso que impulsaba una nueva Conquista al Desierto, pero con libros. Una mentira más, porque el avance continúa a sangre y fuego. Hoy como ayer, habrá que continuar resistiendo, pero esta vez, no habrá tregua, porque no hay otra opción, por la vida y la libertad de nuestro pueblo.
 
Gral. Roca- Fiske Menuco, 11 de octubre de 2017.
 
Viviana Orellano, Secretaria de Derechos Humanos, Género e Igualdad de Oportunidades.
María Inés Hernández, Secretaria de prensa, Comunicación y Cultura.
Benjamín Catalán, Secretario Gremial y de Organización.
Marcelo Nervi, Secretario Adjunto.
Patricia Cetera, Secretaria General.
 

Foto: Mauricio Martinez-Viedma